LOS DISTINTOS CLIMAS EUROPEOS Y LOS ÁRBOLES TÍPICOS DE CADA ZONA
Europa es
un continente muy variado y diverso en todos sus aspectos. Existen grandes
diferencias de unas regiones a otras en vegetación, fauna y población humana,
diversidad que viene determinada fundamentalmente por los distintos climas.
Pero Europa no ha sido siempre como es ahora, el planeta Tierra es algo vivo
sujeto a cambios morfológicos que determinan otros cambios más superficiales
como la vegetación adaptada a determinadas condiciones, que a su vez atraen o
dispersan una fauna condicionada a un tipo de alimentación, y por último al
hombre.
El paisaje lo
configuran tres elementos principales: clima, suelo y vegetación que se
influyen mutuamente, pues el suelo y la vegetación pueden producir cambios en
el clima a pequeña escala, sobre todo en las capas de aire más bajas. Cualquier
cambio en alguno de estos tres elementos da lugar a una evolución tendente a
restablecer el equilibrio anterior. Así, por ejemplo, en las regiones
escandinavas (dominio de las coníferas), después de un incendio, las primeras
especies que aparecen son aquellas que más necesitan la luz, y que
anteriormente no podían subsistir; las áreas recién quemadas se recubren,
entonces, de un tapiz herbáceo con
gramíneas, y poco a poco van naciendo entre las hierbas retoños de abedul y
álamo temblón, de crecimiento rápido. Al abrigo de estas plantas, crece el pino
albar, de desarrollo más lento, pero que poco a poco va desplazando a los
caducifolios debido a que tiene un follaje perenne. Más tarde, las plántulas de
pícea viven a la sombra de los pinos, a los que se van superponiendo, ya que el
pino es más heliófito. Por último, se completa el bosque de pícea, proceso que
dura aproximadamente unos 500 años.
El continente europeo ha sufrido a lo largo de su
historia importantes cambios en cuanto a clima y, por lo tanto, a vegetación.
Durante la Era Terciaria, hace unos 65
millones de años, Europa tenía una vegetación más propia de climas cálidos y
subtropicales con palmeras y plantas leñosas,[1] que
cohabitaban con robles, hayas, abedules, nogales, olmos y arces. A finales de
este período se produjo un enfriamiento progresivo, dando lugar a la aparición
de abetos rojos, píceas, carpes, etc., y por último a bosques de robles y
coníferas (pinos, abetos).
En la Era
Cuaternaria se suceden períodos de climas templados con otros
muy fríos, dando lugar a diferentes tipos de vegetación; los elementos
tropicales se van eliminando poco a poco y las grandes glaciaciones expulsan a
todos los representantes de la flora cálida. Con la retirada de los hielos,
arraigan de nuevo el abedul, después los pinos, el roble, carpe, pícea y
castaño. Los bosques europeos son, por lo tanto, muy recientes; en la región
mediterránea septentrional encontramos
una estepa sin árboles.
En períodos más recientes, cuando el hombre comienza
a manipular la naturaleza, se producen también cambios importantes en la
vegetación debidos, probablemente, a los comienzos de la agricultura. La
técnica utilizada por el hombre del Neolítico (que todavía se practica hoy en
algunos lugares del mundo) consistía en abrir claros por medio del fuego, o por
otros sistemas, y una vez obtenido el rendimiento abandonarlos, con lo cual
estos espacios se cubrían, posteriormente, de
malas hierbas, abedules y
fresnos, dando lugar a bosques mixtos.
En la actualidad, Europa cuenta con cuatro zonas
típicas:
·
El bosque boreal
·
El bosque atlántico
·
El bosque centroeuropeo
·
El bosque mediterráneo
El bosque boreal
Esta región comprende las zonas más al norte de
Europa, Escandinavia, regidas por las masas de aire polar. La mayor parte de Finlandia,
por ejemplo, está cubierta de nieve durante seis meses y en el norte de Suecia
puede llegar hasta los siete meses, esto hace que el crecimiento de las plantas
sea muy limitado. La vegetación de esta zona se caracteriza por el bosque de
coníferas perennifolio, conocido comúnmente como taiga.
Los árboles dominantes
poseen hojas aciculares que pueden permanecer en las ramas varios años. Son
especies capaces de resistir las heladas y las prolongadas nieves. La pérdida
de agua por transpiración se reduce mucho en los períodos secos y fríos,
gracias a la gruesa cutícula de las hojas. Los árboles más abundantes son:
Pícea abies (Abeto rojo) y Pinus
sylvestris (Pino albar).
Las turberas constituyen el segundo grupo de
comunidades vegetales más extendidas de esta región, compuesta por musgos,
plantas herbáceas o arbustos bajos.
Pero, sin duda, el árbol más importante para el hombre en el bosque
boreal es el abedul (Betula pendula), que aparece en la parte meridional de la
región. Son bosques bien desarrollados por encima del nivel de robledales o
pinares, abiertos, con árboles muy distanciados y con estrato arbustivo y
herbáceo.
El
bosque atlántico
Esta región comprende, como su nombre indica, las
tierras situadas en la parte litoral de Océano Atlántico, muy influidas por las
temperaturas del agua del mar, relativamente fresca en verano y relativamente
cálida en invierno. Es la región más nublada del mundo; las precipitaciones
tienen lugar a lo largo de todo el año, variando considerablemente de un lugar a
otro, por lo tanto, la cantidad de insolación recibida es relativamente baja.
A mediados del periodo postglacial la vegetación
dominante era de robles, fresnos, hayas y abedules, además de olmos, carpes y
sauces. Hoy día, la mano del hombre ha hecho desaparecer casi completamente
estos bosques para sustituirlos por cultivos y pastizales, que constituyen
prados totalmente artificiales.
Los bosques de robles están dominados por dos
especies: el roble albar (Quercus petraea) y el roble pedunculado (Quercus
robur); asociados a los bosques de robles hay multitud de especies, incluidos
gramíneas, musgos, rosales, zarzas, helechos, hiedras, etc.
El
bosque centroeuropeo
En esta región geográfica se distinguen distintas
zonas climáticas:
·
en las llanuras y tierras bajas del centro de
Europa, la vegetación natural estaba formada principalmente por hayas, robles y
carpes.
·
en las zonas de montaña, los bosques de coníferas
son muy extensos, aunque los hayedos son también comunes.
·
en los fondos de los valles fluviales y en los
lechos de inundación los bosques están formados por alisos, sauces, álamos y
fresnos.
El árbol natural de toda esta región geográfica es
el haya, que crece formando un denso follaje, el cual apenas deja penetrar algo
de luz, con la consiguiente degradación del estrato arbustivo y herbáceo. Sólo
cuando se producen talas, se lleva a cabo la rápida regeneración de los árboles
jóvenes y de las especies asociadas al haya. Por otra parte, también son
característicos de centroeuropa los bosques de robles, situados en suelos más
ácidos y más húmedos que las hayas. Son bosques mixtos de robles y carpes,
fresnos y abetos, asociados a un estrato arbustivo de arándanos.
El
bosque mediterráneo
La vegetación mediterránea es totalmente distinta a
la de cualquier otra región de Europa. Está dominada por árboles, arbustos y
matas de hoja perenne, que pueden resistir el largo y seco verano. Los
inviernos son suaves y húmedos, y los principales periodos de crecimiento
vegetal son en otoño y primavera. La mayoría de las plantas herbáceas se secan
y permanecen inactivas durante el verano, mientras que las plantas anuales
completan su ciclo biológico antes del verano.
Los árboles dominantes son las encinas y los pinos,
acompañados de un gran número de arbustos: enebros, brezos, jaras, aliagas,
madroños, lentiscos, mientras que el olivo y el algarrobo son característicos
de la parte meridional. La zona más
alejada del litoral es más lluviosa y los árboles y arbustos de hoja caduca (robles,
carpe negro, arces, fresnos y hayas)
sustituyen a los perennifolios. En las áreas de alta montaña, predominan
los bosques de coníferas, formados por diversas especies de pinos y abetos.
La encina (Quercus
ilex ) es el árbol dominante de la región mediterránea, formando bosques
abiertos, con árboles muy dispersos y con un estrato arbustivo y herbáceo muy
desarrollado.
Poco más o menos, hasta la Edad Moderna, Europa estaba
cubierta totalmente por inmensas selvas vírgenes. Tenemos alguna documentación
de los historiadores romanos y otros pueblos, y que la arqueología ha
confirmado, de que, por ejemplo, la selva herciniana[2]
costaba varios meses atravesarla. Eran bosques enormes donde la soledad, la
oscuridad y el silencio impresionaban de tal manera a los seres humanos que
terminaron por convertirlos en los primeros santuarios. Así, Italia, en época
romana, estaba cubierta por enormes bosques de olmos, castaños y, sobre todo
robles, que ningún comerciante se atrevía a cruzar; Inglaterra, en lo que hoy
es un barrio de Londres, durante el reinado de Enrique II todavía se cazaba el
jabalí y el toro salvaje; en Grecia crecían bosques de pinos y robles, que
cruzaban la península de un lado a otro. De Hispania se decía que una ardilla
podía ir desde el Cantábrico hasta Cádiz sin tocar el suelo, y así podríamos
seguir enumerando los distintos países de Europa, uno por uno.
Estos paisajes de impresionantes bosques, repletos
de caza y animales salvajes, húmedos y laberínticos, donde la luz y el susurro
de las hojas juegan con la imaginación del que los atraviesa, configuraron, sin
duda, el pensamiento del hombre arcaico.
Cada
cultura reverenció a su manera a los bosques, donde todos los árboles fueron
considerados como divinos:
·
En Roma, en el mismo foro, se dio culto a la higuera
sagrada de Rómulo.
·
Entre los celtas, el árbol central era el roble.
·
Entre los germanos, el tilo.
·
En el Islam, el olivo (“Irminsul”).
·
En la
India, el banyan.
·
En Siberia, el abedul y el alerce.
·
Entre los escandinavos, el cosmos tenía por eje un
fresno o un tejo (Yggdrasill).
·
Etc.
Y todavía en la actualidad muchas de las fiestas que
tenemos siguen girando, aunque enmascaradas, en torno al árbol.
[1] Las plantas leñosas son propias de bosques
ecuatoriales. Una de las teorías más generalizadas es que el tipo arborescente
es más primitivo que el herbáceo (parece ser que los precursores de las Angiospermas eran árboles) y que las hierbas
habrían aparecido como una adaptación a condiciones de vida especialmente
severas.
[2] Selva en la actual
Alemania, que se extendía al este del Rin.
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